Este 18 de julio se cumplieron 31 años del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, el más letal en la historia de Argentina. La explosión dejó 85 muertos y más de 300 heridos. Desde entonces, se ha señalado a Irán como autor intelectual, y a Hezbolá como el brazo ejecutor del ataque. Sin embargo, durante décadas no se logró avanzar judicialmente. Eso parece estar cambiando: el juez federal Daniel Rafecas ha decidido reabrir el caso.
Este atentado marcó un punto de inflexión en la relación entre América Latina e Israel. Argentina, como muchos países latinoamericanos, mantiene una conexión histórica con el Estado hebreo. En 1947, varios países de la región fueron clave en la aprobación del plan de partición de Palestina. Aunque Argentina se abstuvo, envió embajador a Israel en 1949.
El factor Milei y el acercamiento a Israel
El juicio por el caso AMIA también se enmarca en la política actual del presidente Javier Milei, quien ha demostrado simpatía abierta hacia Israel y el judaísmo. En el aniversario del atentado, expresó: “Hoy hemos decidido alzar la voz y no callar”.
Su cercanía no solo es ideológica. Durante su visita a Israel en junio de este año, respaldó las acciones militares contra Hamás, firmó acuerdos de cooperación en materia antiterrorista y anunció que trasladará la embajada argentina a Jerusalén en 2026. Buenos Aires, donde viven más de 240,000 judíos, es la segunda ciudad con mayor población judía del mundo, solo por detrás de Nueva York.
Las decisiones en política exterior, marcadas por los presidentes
Según la investigadora Marta Tawil Kuri, del Colegio de México, los presidentes de América Latina tienen un rol determinante en la política exterior. Su estilo personal, afinidades ideológicas y contexto nacional influyen en las posturas que adoptan frente al conflicto entre Israel y Palestina.
En el caso de México, la relación con Estados Unidos pesa más que la ideología. Aunque históricamente ha condenado las violaciones de derechos por parte de Israel, cuando estalla un conflicto, el país opta por la neutralidad. La presidenta Claudia Sheinbaum aceptó en marzo las credenciales de la embajadora palestina, pero aclaró que no fue un reconocimiento formal y reafirmó el derecho de Israel a existir.
Las diásporas y su influencia política
Las comunidades judías en América Latina tienen una influencia importante. En México, aunque los judíos representan una minoría —alrededor de 67,000— están bien organizados. En contraste, la diáspora árabe (principalmente de origen libanés y sirio) no ejerce la misma presión. Muchos son cristianos y están integrados a la élite económica, con poca vinculación con la causa palestina.
En otros países, las posiciones son más radicales. Nicaragua ha calificado a Israel de “Estado genocida” y rompió relaciones diplomáticas. Lo mismo han hecho gobiernos como los de Venezuela, Cuba y Bolivia, todos con fuertes posturas críticas hacia Tel Aviv.
Entre la historia y el pragmatismo
Las relaciones entre Israel y América Latina se construyen entre la memoria histórica, las alianzas estratégicas y los liderazgos políticos. La sintonía entre Milei e Israel contrasta con las posiciones más críticas de otros gobiernos. Al final, como suele pasar en diplomacia, la ideología se equilibra con el pragmatismo.