El pasado 23 de mayo de 2025, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) respaldó públicamente lo que muchas organizaciones sociales y ambientales han defendido durante años: el derecho humano a un medioambiente limpio, saludable y sostenible. Esta postura no solo tiene un peso simbólico, sino que refuerza el vínculo directo entre el medioambiente y la protección de otros derechos fundamentales, como la vida, la salud y la vivienda.
Un paso importante en la lucha contra la crisis climática
Durante la lectura de su opinión consultiva, solicitada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente de la Corte, Iwasawa Yuji, dejó claro que este derecho ambiental es clave para garantizar el acceso al agua, a la alimentación y a un nivel de vida digno.
Se trata de una afirmación relevante en tiempos donde el cambio climático ya no es una amenaza futura, sino una crisis presente. La CIJ advirtió que sus consecuencias son graves, afectan a todo el planeta y ponen en peligro a millones de personas, especialmente a las más vulnerables.
El cambio climático no conoce fronteras
Uno de los puntos más contundentes fue el reconocimiento de que las emisiones de gases de efecto invernadero son responsabilidad directa de las actividades humanas, sin importar el país de origen. Esto subraya que la crisis climática no tiene límites territoriales y exige una respuesta global urgente y coordinada.
Como periodista y ciudadano, celebro este reconocimiento por parte de la CIJ. No solo reafirma la interdependencia entre los derechos humanos y el medioambiente, sino que marca un precedente importante en el camino hacia la justicia climática.
Hoy más que nunca, debemos exigir a los gobiernos que respeten y protejan este derecho. Porque cuidar del planeta es, en esencia, cuidar de nuestra vida y la de las generaciones futuras.
