El presidente electo de Irán, el reformista Masud Pezeshkian, se comprometió este sábado (06.07.2024) a escuchar y servir a los iraníes en su discurso de victoria tras ganar las elecciones presidenciales. “Prometo que escucharé sus voces”, afirmó Pezeshkian en el mausoleo del Iman Jomeini, donde renovó su lealtad al fundador de la República Islámica.
Promesas y Desafíos
El exministro de Salud y parlamentario destacó que no hizo promesas falsas durante su campaña electoral, advirtiendo que el país enfrenta momentos “difíciles” y “duros“. “Afrontamos una gran prueba”, mencionó entre los vítores de sus seguidores, utilizando metáforas religiosas ante la llegada del mes musulmán de Muharrán, un periodo de luto que conmemora la muerte del imán Husein.
Colaboración y Unidad
Pezeshkian expresó su esperanza de contar con el apoyo del Parlamento, dominado por conservadores y ultraconservadores tras las elecciones legislativas de marzo, en las que el Consejo de los Guardianes vetó a numerosos candidatos reformistas. Subrayó su intención de “unir a las diferentes ramas gubernamentales” para lograr el progreso del país.
Mensaje de Cambio y Esperanza
Con un mensaje de cambio y esperanza, Pezeshkian, un político relativamente desconocido hasta hace poco, ganó las elecciones. Abogó por un acercamiento a Occidente, criticó el uso obligatorio del velo y expresó temor ante su rival ultraconservador Saeed Jalili. Su ascenso a la presidencia se produjo de manera inesperada tras la muerte del ultraconservador mandatario Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero.
Lealtad y Reformas
Pezeshkian reafirmó su lealtad a la República Islámica, pero también defendió un acercamiento entre Irán y los países occidentales para levantar las sanciones que están afectando la economía persa. Además, cuestionó el uso de la fuerza por parte de la policía para aplicar las leyes sobre el uso obligatorio del velo para las mujeres, vigentes desde la Revolución Islámica de 1979.
Contraste con su Rival
Por otro lado, su rival, Saeed Jalili, de 58 años, defendió una política inflexible frente a las potencias occidentales, una postura que demostró durante su tiempo como negociador del programa nuclear iraní.
