En los últimos años, diversos estudios han revelado los efectos nocivos de los alimentos ultraprocesados para la salud. En 2024, una investigación realizada en Reino Unido con más de 10 millones de personas y publicada por el grupo BMJ destacó que dietas ricas en productos listos para el consumo, como aperitivos envasados, refrescos, fideos instantáneos y platos precocinados, pueden aumentar el riesgo de enfermedades cardiacas, cáncer, diabetes tipo 2, problemas de salud mental y muerte prematura.
La dieta como factor determinante de la mandíbula
Ahora, la preocupación de los expertos se extiende al desarrollo óseo. Según un estudio publicado en la revista PNAS, la dieta influye en la estructura de los huesos de la mandíbula, además de la genetica. Poblaciones que basaban su alimentación en la agricultura desarrollaron mandíbulas más pequeñas que aquellas dependientes de la caza. Los cambios en la mandíbula ocurrían después de la niñez, cuando la masticación ya había comenzado.
Los investigadores concluyen que masticar alimentos más duros, como verduras crudas o carne, estimula el crecimiento mandibular porque requiere más esfuerzo.
El problema de los alimentos blandos
Los alimentos ultraprocesados suelen ser blandos, y algunos expertos advierten que esta textura puede afectar el desarrollo mandibular en los niños. Un estudio presentado por el archivo PubMed Central de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos analó las dietas de 25 niños de entre tres y cinco años. Los resultados mostraron que los niños cuya dieta se basaba en líquidos o alimentos semisólidos tenían espacios más reducidos entre los dientes inferiores, a diferencia de los que consumían alimentos sólidos.
Tim Spector, profesor del King’s College de Londres, señala: “La teoría más fuerte sobre el encogimiento de las mandíbulas es que alimentamos a los niños con comida de bebé durante demasiado tiempo, lo que impide desarrollar los músculos y el tamaño adecuado para masticar”.
Genética y evolución
Aunque la dieta es fundamental, los expertos también apuntan que los dientes y la mandíbula han disminuido de tamaño con el tiempo por causas evolutivas. Según Hayley Llandro, de la Sociedad Británica de Ortodoncia, limitar los ultraprocesados podría influir levemente en el desarrollo mandibular, pero los cambios significativos requieren muchas generaciones de evolución.
Aunque el debate entre genética y entorno continúa, el consumo excesivo de ultraprocesados es indudablemente perjudicial. La evidencia respalda la importancia de una dieta equilibrada para promover una mejor salud general y el desarrollo adecuado de la mandíbula.