La situación en Europa vuelve a encender las alarmas. Las tensiones entre Rusia y los países miembros de la OTAN están aumentando, esta vez con el mar Báltico como nuevo foco de fricción. Todo indica que estamos entrando en una etapa de mayor confrontación en esta región estratégica.
Según el experto en seguridad Helge Adrians, de la Fundación Ciencia y Política (SWP) de Berlín, es inminente una nueva fase de escalada. En entrevista con DW, Adrians advierte que veremos un aumento en la presencia de buques rusos de propiedad opaca, conocidos como buques fantasma, tanto en el mar del Norte como en el Báltico. Este fenómeno estaría relacionado directamente con el más reciente paquete de sanciones de la Unión Europea contra las exportaciones energéticas rusas.
A esto se suma el continuo rearme de Rusia en la región, particularmente en zonas cercanas a San Petersburgo como el lago Ladoga. Todo esto apunta a que el Kremlin sigue apostando por reforzar su influencia militar en los mares europeos.
Controles marítimos más estrictos en Dinamarca
En respuesta a esta creciente presencia rusa, Dinamarca ha intensificado sus inspecciones a embarcaciones sospechosas desde principios de este año. La Autoridad Marítima Danesa informó que, desde febrero, ya se han revisado más de 60 buques cerca del puerto de Skagen. Dos de ellos fueron detenidos por no cumplir con normas de seguridad, protección ambiental y condiciones laborales de la tripulación.
Aunque el derecho marítimo internacional limita las acciones que un Estado puede tomar dentro de su zona económica exclusiva, existen excepciones, como cuando un buque navega sin bandera clara o representa un riesgo ambiental. Es en estos márgenes donde Dinamarca está actuando.
Rusia responde y aumenta el riesgo de provocaciones
Moscú, por su parte, ha calificado estas inspecciones como provocaciones disfrazadas. A finales de mayo, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, advirtió que Rusia protegerá su tráfico marítimo “por todos los medios legales”, lo que podría incluir el despliegue de fuerzas de seguridad a bordo de sus buques.
El investigador Christian Bueger, de la Universidad de Copenhague, advierte que ambas partes están entrando en una dinámica peligrosa de provocación mutua. Esta escalada no se limitará al mar, asegura, y anticipa un mayor uso de drones, tanto en el aire como en la superficie marina.
Drones y posibles ataques a infraestructuras
De hecho, Dinamarca ya ha adquirido drones marinos (sail drones) de fabricación estadounidense para reforzar su capacidad de vigilancia en el Báltico. Estos dispositivos pueden ser equipados con sensores y cámaras de reconocimiento.
Bueger señala que hay un aumento notable en el número de drones de origen desconocido en la región, y no descarta posibles ataques a infraestructuras críticas como los parques eólicos. “Es muy probable que veamos un incidente así este mismo año”, advierte.
Desde mi punto de vista, estamos presenciando el fortalecimiento de una guerra híbrida en una de las zonas más estratégicas de Europa. El mar Báltico se está convirtiendo en un tablero geopolítico cada vez más tenso, donde el menor error de cálculo podría tener consecuencias de gran alcance. Europa debe estar preparada.