Es el Tren de Aragua más poderoso que el Cártel de Sinaloa

¿Es el Tren de Aragua más poderoso que el Cártel de Sinaloa?

Mundo

El Tren de Aragua se ha convertido en uno de los nombres más temidos del crimen organizado en América Latina. Aunque su origen se remonta a una prisión venezolana, su influencia ha cruzado fronteras y genera preocupación en múltiples países. Sin embargo, ¿es realmente más poderoso que organizaciones como el Cártel de Sinaloa?

“No lo creo”, afirma con contundencia Ronna Rísquez, periodista venezolana especializada en crimen organizado y autora del libro El Tren de Aragua. Desde su participación en el Global Media Forum (GMF) organizado por Deutsche Welle en Bonn, analiza el alcance real del grupo criminal.

Una expansión mediática más que estructural

“Si lo comparamos con lo que fue el Cártel de Medellín o lo que son hoy el Cártel de Sinaloa o el CJNG, el Tren de Aragua no tiene ese nivel de poder. Apareció en una época donde las redes sociales magnifican todo. Eso no le resta peligrosidad, pero hay que entender el contexto”, explica Rísquez.

Aunque el Tren de Aragua ha logrado establecerse en países como Colombia, Perú, Chile o Brasil, su estructura no es tan consolidada como la de los cárteles mexicanos. Su expansión, dice la periodista, se dio principalmente a raíz del éxodo venezolano: “Al moverse la gente, se movieron también las bandas, buscando nuevas rentas en países donde antes no tenían presencia”.

¿Por qué creció tanto el Tren de Aragua?

Según Rísquez, el crecimiento de la banda se debe en gran parte a la crisis política y social de Venezuela. “Gran parte del éxito del Tren de Aragua tiene que ver con la ausencia del Estado, la falta de control en las cárceles y la debilidad institucional en temas de seguridad ciudadana”.

Este grupo, a diferencia de los cárteles tradicionales, funciona como una red flexible. Dentro de Venezuela, absorbía bandas locales sin eliminarlas, y fuera del país, comenzó a operar bajo una especie de “franquicia criminal”: si una banda quería usar el nombre del Tren de Aragua, debía pagar por ello.

Una economía delictiva diversificada

Aunque participan en el tráfico de marihuana, ketamina y ocasionalmente cocaína, el fuerte del Tren de Aragua está en las economías del crimen urbano: extorsión, trata de personas, tráfico de migrantes, secuestros, minería ilegal, apuestas clandestinas y criptomonedas.

“En Chile, por ejemplo, se identificó que llegaron con ketamina para producir cocaína rosa. No creo que estén moviendo grandes cargamentos de cocaína como el Cártel de Sinaloa. Más bien ofrecen seguridad a quienes sí lo hacen”, aclara Rísquez.

Además, muchos de sus delitos afectan principalmente a migrantes venezolanos en situación irregular, quienes por miedo o desconfianza en las autoridades, no denuncian. “El temor a represalias es real. Los amenazan con hacerle daño a sus familias en Venezuela”, agrega la periodista.

¿Por qué prosperan estos grupos?

La periodista no duda en apuntar hacia las raíces estructurales: exclusión social, falta de oportunidades y pobreza. “Es un fenómeno repetido. Muchos jóvenes no ven en el estudio o el trabajo una opción real, y eligen caminos delictivos”.

Rísquez recuerda que cada región del mundo produce su propia forma de violencia. “En España, hay pandillas juveniles violentas; en Estados Unidos, las masacres armadas. En América Latina, la criminalidad organizada es una forma más de expresar esa violencia social estructural”.

Conclusión: ¿más poderosos?

Aunque el Tren de Aragua ha demostrado una capacidad insólita de expansión internacional para una banda surgida en prisión, aún está lejos del nivel de organización, influencia y control del Cártel de Sinaloa o el CJNG. Su amenaza es seria, pero de otra naturaleza: menos carteles, más franquicias. Menos cocaína, más control social mediante el miedo.

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